viernes, 22 de mayo de 2015

Pon un animal en tu vida

Hace unas semanas leí que el vínculo que se crea entre un perro y su amo es similar al de una madre y un hijo. Eso me hizo pensar en varias cosas pero en especial en los casi 7 años  que Cobi lleva en mi vida y en todas las mascotas que han pasado por ella.  Aunque bien es cierto que no he considerado nunca  a Cobi  mi mascota, siempre ha sido un miembro de mi familia.



Quiero hablaros de Cobi que es el protagonista de este post, pero también quiero hacerlo de otras mascotas que han pasado por mi vida y ya no están. Desde pequeña, en casa, hemos tenido animales. No os creáis que tenía una casita con jardín. Vivíamos en un pisito de dos habitaciones 5 personas y hemos tenido desde perros y gatos hasta camaleones, periquitos, canarios, gusanos de seda, hámsteres, pollitos, iguanas…. Y así un largo etc. No penséis que los hemos tenido todos a la vez, mi madre nos hubiera echado de casa a todos. Ay! Pobre mami, ella era las que sufría todas nuestras mascotas.


Pero de todos esos animalitos recuerdo con especial cariño uno que traje yo a casa siendo yo una mocosa, le puse de nombre Isidoro. Sí como el gato de los dibujitos  ese que decía: En el mundo de los gatos, Isidoro es el amo, entre cubos de basura, él se mueve con soltura... ¿Lo recordáis?


Sí, lo reconozco me encantaban esos dibujos. Y mi gato se llamaba Isidoro porque era del mismo color y me recordó a él. Cuando nos lo dieron a mi hermano mayor y a mí era un cachorrito tan pequeño que aún no tenía ni los ojos abiertos. La dueña de su madre estaba regalándolos cuanto antes porque había tenido una camada grande y no los quería, y tal y como estaban las cosas si no me llevaba a Isidoro a casa no quiero saber que habría sido de él. La cosa es que mi madre puso el grito en el cielo, no quería más animales, porque siempre era ella la que al final se tenía que hacer cargo de ellos. Pero claro mi hermano contaba con mis pucheritos para que pudiéramos quedarnos con él, y que decir tiene que lo conseguí. Isidoro se quedó con nosotros muchos años, hasta que tuve 16 años más o menos. Era más malo el jodio... Teníamos todos las piernas hechas un cristo, se dedicaba a esconderse debajo de la mesa camilla, resguardado tras el mantel, a la espera de que alguno de nosotros pasara y… zasca!! Arañazo que te crió.  Pero le queríamos muchísimo, era mi gatito.


Isidoro, el amo



Durante la estancia de Isidoro en casa, tuve a la Iguana Trepadora, se llamaba así porque la hija de su madre se escapaba del terrario y temía que el gato se la comiera, era más chiquitita…  Pero la pobre no duró mucho, se nos jorobó la manta eléctrica durante la noche, no nos dimos cuenta y murió. También tuvimos varios hámsteres, de nombre Topo Gigio. Todos se llamaron así y sí era por el de la tele, el que salía con Xuxa. 

Xixa y Topo Gigio


En los últimos años de vida de Isidoro, se incorporó a casa una cocker inglés muy especial. Era preciosa, negra, y con una mancha blanca en el pecho. Ella llego a casa porque sus anteriores dueños no podían hacerse cargo de ella y mi hermano la trajo. Un perro, por fin. Habíamos tenido antes pero yo, no los recordaba. Esta cachorrita con orejotas largas era una delicia. Isidoro la tenía amargada porque ella quería jugar y él no quería saber nada de ella, cada vez que ella se le acercaba… zasca! Zarpazo al canto. He de decir que nunca le hizo nada, era más bien un aviso y el lindo gatito solo marcaba territorio. 

Con el paso de los años fueron tolerándose y ellos mismo se evitaban. Esta cocker se llamaba Deny, el nombre no se lo pusimos nosotros así que no sé el porqué se llamaba así, esta preciosidad era buena... pero buena de verdad. No recuerdo grandes trastadas excepto que entre el gato con los arañazos y ella con los dientes destrozaron las sillas de casa… ella era una angelito.

Deny, una amor de perra


Al dejarnos Isidoro, Deny se quedó muy solita y mi hermano le trajo compañía, una gatita persa preciosa. En casa todos temíamos lo que esta bolita de pelo blanca y canela pudiera llegar a hacer. Pero nada más lejos de la realidad. Cathy era perfecta, veía a Deny como su mama y viceversa. Una de las cosas que más me gusta es ver a los animales, a unos que se da por sentado que deben llevarse mal, jugar a sus anchas. Era maravilloso como la gata le mordisqueaba las orejas o compartían el mismo bebedero. 


Caty y mirada cautivadora


Después de que Deny nos dejara, Cathy se quedó muy sola. En casa no ha vuelto a entrar ningún animal más. Mi madre dice que se pasa muy mal cuando nos dejan. Con el tiempo yo me independicé y como me quedé con las ganas de volver a tener un perro… Llegó Cobi, él no es que sea mi favorito de todos, sino que, es el que en realidad es mío en todos los sentidos. Con el que comparto ese vínculo que decía ese reportaje que nombraba al principio del post. Es mi BEBÉ. El niño de mis ojos. Por el que me despertaba por las noches, cuando él era un cachorro, para comprobar que dormía tranquilo y no le sucedía nada. Por el que me he desvivido si se ha puesto enfermo. Por el que me he interesado, de verdad, conocer el carácter de los perros, saber más de ellos, su carácter y necesidades. Por el que tengo que pensar para tomar decisiones de vacaciones o escapadas de fin de semana. Gracias a Cobi, me he dado cuenta de lo que significa de verdad tener un perro, de la responsabilidad que conlleva y de lo que recompensa compartir tu vida con él. 

Cobi llego a mi vida porque lo que más deseaba en el mundo es tener un perro, me daba igual si era de raza o no, yo quería un perro. La única condición era que fuera macho y pequeño. Macho porque había tenido perra (Deny) y pequeño porque si viajaba de un lado a otro no es lo mismo llevar a un Chihuahua que un San Bernardo. Así que teniendo en cuenta lo que deseaba y que lo deseaba macho, el nombre estaba claro, Cobi, ¿por qué? ¿No os lo imagináis?


Sí por la mascota de las olimpiadas de Barcelona de 1992, me encantaba ese perrito y siempre quise tener uno que se llamara así. La gente me pregunta si es por Kobe Bryant y no aunque me guste el basket no es por él. Mi niño, como yo le digo, es un caso a parte, es mas listo que el hambre, le encanta jugar. Tiene una caja repleta de juguetes desde todo tipo de pelotas a juguetes sonoros. Hay quien me pregunta si es que en realidad juega con todos, pues sí, el juega con todos su juguetes, hemos acabado poniéndoles nombres. Él es cariñoso, alegre, juguetón pero también hace de las suyas. como el día que quise estrangularlo por el destrozo que hizo en una de mis plantas.


he aquí la prueba 
Pero claro los perros son como los niños, los niños hacen cosas de niños y los perros cosas de perros, por eso el mio salta, corre, brinca, ladra y sobre todo, da amor y cariño. Su pasión es la fruta, vale no solo la fruta a este le gusta todo, es un glotón. Paso momentos divertidísimos con él como el día que le enseñamos mi super pelota de pilates.




Hay momentos en los que me vuelvo loca buscándolo porque se mete en cada recoveco que no lo encuentro y luego él no puede salir, lo peor de todo es que el tío ni llora, ni ladra para avisarte de donde está e ir a sacarle.

Pobrete... se metió debajo de los muebles de la cocina y luego no pudo salir :(

Pero si hay algo que caracteriza a Cobi es que hay veces que dudo si es un perro o una cabra montesa porque le encanta brincar para arriba y para abajo, se ha recorrido media España en estos siete años, a viajado a Francia y a África. Ha celebrado navidades, paseado por playas, visto y festejado como España ganaba un mundial, montado en barco y recorrido miles de kilómetros en coche, es una especie de Willy Fog canino. 


Las aventuras de Cobi


En todas sus aventuras ha ido haciendo amigos por el camino, grandes amigos...

Cobi y sus amigos


Hay personas que ni entienden ni entenderán por qué es tan importante Cobi para mí, no pretendo que lo entienda, solo que lo respeten. Sé que hay gente que no les gustan los animales, como al que no le gustan los berberechos, pero solo pretendo que respeten que yo los adore. Hay quien dice que los perros son perros y hay que tratarlos como tal, sí tienen razón, pero el tratar al perro como a uno de ellos no equivale tratarles mal o maltratarlos, consiste en no confundir al animal y se crea un humano. Yo he de admitir que le consiento pero es un perro feliz, bien cuidado, querido y educado. 

El tener un animal en casa supone una serie de sacrificios y limitaciones, pero hay una recompensa 100.000 veces mayor al sacrificio o a lo que se renuncie al tener una mascota. Es como todo, el tener un hijo o comprar una casa requiere una serie de sacrificios, atender a tu hijo o pagar la hipoteca en cada uno de los casos, pero ambos compensan a quienes los quiere no?

Después de toda esta parrafada sobre todos los animales que he tenido, sobre los sacrificios y recompensas que supone tener un animal, pensemos, ante todo, que son seres que solo saben dar amor y cariño, y que cuando no es así la culpa no siempre es del animal, hay que preguntarse el por qué de sus actuaciones. Siempre he creído que no existen los perros malos (por ejemplo) sino un mal dueño. Se me parte el corazón ver animales abandonados por la calle, o que se compren o regalen perros de raza que valen un pastizal para después abandonarlos porque no eras consciente de la responsabilidad que conlleva... Odio que haya gente que maltrate a los animales por diversión o por que creen que se lo merecen. No me gusta la gente que llega a despreciar a todos los dueños de animales porque existan otros irresponsables que no tengan nociones de civismo y dejen que sus mascotas orinen o molesten a sus vecinos. Y por último me da rabia que no respeten que otros si puedan sentir amor por un animal y sufrir por ellos...


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